Hemos llegado a uno de los personajes más importantes de toda la serie Juego de Tronos, por no decir el más importante, Drogon. Gracias a él, Daenerys pudo cruzar el Mar Angosto y llegar a Poniente, rescatar a Jon Nieve y la chupipandi cuando hicieron la idiotez de ir Más Allá del Muro para coger a un muerto, y sin él, no habría habido el final que tuvo la serie.
Comencemos desde el principio. Al poco tiempo de nacer, ya se diferenció de sus hermanos por su tamaño, y mientras que a Viserion y a Rhaegal los encerraron bajo la pirámide de Meereen, él voló por donde le salieron de los huevos draconianos. Tengo que admitir que cuando los Hijos de la Arpía la estaban liando parda en el anfiteatro romano, rodeando a Daenerys y su gente y, de pronto, se escuchó el chillido de Drogon que volvía para darles matarile a todos los malotes, pegué saltos como una niña en el sofá. Con cada aparición de Drogon en la pantalla yo sonreía. Desde pequeña siempre me ha encantado toda la mitología de los dragones y Drogon ha pasado a ser de mis dragones favoritos sin ninguna duda.
No tengo mucho más que comentar excepto el último capítulo de la serie. El chillido que suelta Drogon al darse cuenta de que su madre está muerta hizo que se me saltaran las lágrimas la primera vez que lo vi. Ese momento en el que llega hasta ella y comienza a moverla con el morro, esperando que se levante, me resultó muy conmovedor, sobre todo porque me parece muy realista. No creo que sea la única que ha visto un vídeo de un perro cuyo dueño ha muerto, y se le han saltado las lágrimas al ver cómo no quiere ni puede abandonar el cuerpo de su compañero. Además, el gesto de derretir el Trono de Hierro, el verdadero causante de la locura de su madre, me parece un detalle muy bueno. A estas alturas de mi vida nunca he leído ninguna historia en la que los dragones no fueran muy sabios, y no creo que éste sea diferente en absoluto. El único fallo que veo a ese final de serie para Drogon, es que me quedo con todas las ganas de saber a dónde coño va volando.
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